viernes, 2 de septiembre de 2016

Los nacionalismos en España y en Europa.


La facilidad de comunicarnos y de desplazarnos hace que hoy existan dos entornos donde las personas se mueven: uno de ellos es el espacio en el que hacemos la vida normalmente, y ahí cada uno tiene su percepción, pero como media digamos que son 50 o 100 km a la redonda. Otro es a nivel europeo, u occidental en nuestro caso, donde uno puede ir cuando tiene unos días de vacaciones y el poder económico suficiente.

Eso significa que los espacios intermedios, por ejemplo los antiguos estados o las regiones administrativas han dejado de tener la importancia de antes. De ahí que al ciudadano le resulte odioso que se le pongan barreras donde no las hubiera antes, por ejemplo en la atención sanitaria de diferentes comunidades autónomas, o se establezcan barreras idiomáticas donde no existían, dando preferencia a idiomas locales en lugares donde hay oficialidad y uso general de un idioma común.

Haciendo uso de viejos conceptos, trasladados a normas constitucionales, pequeñas regiones naturales o comunidades muy homogéneas, que pueden coincidir con el espacio donde normalmente hacen la vida sus habitantes, ejemplo País Vasco, Cataluña, Rioja, Canarias, Extremadura... pueden autogobernarse ellas mismas y lo que pase a los demás les interesa bien poco. Los residentes en otras regiones grandes como la actual autonomía de Castilla y León no tienen estos mismos sentimientos localistas porque su "entorno cotidiano" no se ciñe al oficial. Un soriano, por ejemplo, se siente soriano únicamente, porque le es más ajeno el acontecer en León o Palencia, que Barcelona, Madrid o Zaragoza, donde se desplaza habitualmente. Idéntica sensación tiene el ciudadano medio de León o de Guadalajara. Le es extraño pertenecer a otro ámbito de decisión intermedio, y si se es castellano lo es por raza, tradición, cultura o historia, pero no en su realidad concreta, por lo que preferentemente puede sentirse español antes que "castellano-manchego" o "castellano-leonés". 

Cuando los de regiones periféricas, que de siempre han sido "españoles", dicen de alguna manera que ellos no lo son,  entonces  nos desorientamos todos y ninguno sabemos expresar qué somos.

Lo malo de estas tendencias es que politicuchos locales de baja estopa y alta demagogia se dedican a disfrazar su mala praxis echando la culpa de todo lo que causa algún perjuicio a los locales a entes imaginarios de otros lugares, organizando incluso cadenas humanas como las que vimos en Cataluña: solo les faltaba la bola colgando de los pies para parecer un desfile de presos norteamericanos.

Por supuesto, quienes son económicamente más fuertes, por pertenecer a regiones ricas, son quienes más usan de estas artimañas para difundir entre sus súbditos "ovejas" estas consignas de "nos roban" o similares, no exclusivas de Cataluña, sino también de la Liga Norte, de países bálticos, de los separatistas flamencos y de cualquier otro movimiento similar de tipo racista-excluyente.

Quizá la única solución es reforzar Europa, y que desde organismos supranacionales se tomen decisiones fuertes para que el poder local se ciña a lo exclusivamente local, de lo que deben rendir cuentas a sus ciudadanos, y no se permita a estos grupos o grupúsculos tomar decisiones que afectan directa o indirectamente fuera de su ámbito de competencia.

"Derecho a decidir" sí, eso lo debe tener cada persona, pero en tu ambiente, en tu familia, de tu puerta para adentro. Si tu vivienda está dentro de una comunidad, solo cuando toque expresar tu voz en la reunión de vecinos se puede decidir en común. Como en una vivienda, no es posible cambiar de lugar un territorio. No se puede decir que estás forzado a convivir con el resto y ahora no quieres sentirte en comunidad con los demás porque las normas no pueden satisfacer tus deseos particulares. No te podrás desligar más que yéndote a residir a otros lugares físicamente alejados.

Se deben modificar leyes, costumbres, organizaciones politicas de forma que se adapten a las fronteras reales que nos afectan. Intentar forzar convivencias con normas anteriores no es posible por mucho tiempo, pero más retrógado aún es establecer fronteras donde antes no las había, en lugar de irlas eliminando y ampliando los ámbitos de decisión.

Un presidente de diputación provincial podemos decir hoy día que equivale a lo que era un alcalde de pueblo; y un primer ministro es lo que era un gobernador provincial. Lo irónico y descabellado es que un presidente de Comunidad Autónoma se crea el Zar de todas las Rusias y quiera tutearse con quienes ocupan cargos estatales en otros lugares. Lo siento por sus seguidores, pero su líder se está saliendo del tiesto, y puede llevarse un pescozón además del desprecio ajeno.

Estas ideas conducen a pensar que a nivel europeo no se puede seguir permitiendo que pequeños antiguos estados como Malta, Chipre, Estonia, ,,, tengan para algunos asuntos poder similar a los grandes estados. Esa pretendida defensa de las minorias está provocando la "rebelión" de otras minorías que formaban parte de estados más poderosos y que no son "defendidas" por la UE. Esto significa que ardua tarea de legislación tienen por delante los europarlamentarios, así que a ver si elegimos con tino porque, si no, esta jaula de grillos estará  expuesta a un control externo, digamos chino, norteamericano o árabe que en nada nos beneficiaría a los que presumimos (presumen) de superioridad de cultura europeo-occidental.



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