miércoles, 14 de enero de 2015

Como siempre ha sido

¿Cómo puede justificarse que quien no se ocupa en trabajo alguno pueda adquirir a base de tal ociosidad el vivir con esplendor y regalo, y que un trabajador, o un hombre del campo, tenga que trabajar día y noche con  fatiga, para granjearse escasamente su alimento?

¿No es ingrata e injusta aquella sociedad que desperdicia grandes caudales en los que llama nobles, en los artífices de cosas vanas, en los bufones, en los inventores de deleites superfluos, y en muchos otros por el estilo, no teniendo el menor interés por el bienestar de los agricultores y toda clase de trabajadores, sin los cuales la sociedad no podría subsistir? 




Se usa mal de aquellos cuyo trabajo es de gran provecho, desentendiéndose de sus desvelos; y cuando después de haber pasado muchos años se hallan necesitados, se les deja morir en necesidad, olvidando los grandes servicios que prestaron .

¿Qué diremos de los ricos que se quedan con el salario de los trabajadores, no solamente con violencia y engaño, sino con el pretexto de las leyes?

 Esta ingratitud y perversión la ensalzan y califican con el nombre de justicia, estableciendo leyes nuevas sobra esta base .

Estas invenciones de los poderosos, adornadas con los colores de la nación, se convierten en leyes; y los hombres perversos con codicia insaciable se reparten entre ellos los bienes que debían destinarse a la necesidad de todos.

Para que esto se vea con mayor claridad, piénsese en lo que ocurre en una época de crisis económica, en el que muchos millares de personas mueren de hambre en el mundo o pasan necesidad. Con toda crudeza me atrevo a afirmar que si al final de aquella crisis se dispusiera de la fortuna de los ricos, se hallarían tantos bienes que si se hubieran repartido entre las víctimas hubieran bastado para subsanar sus desdichas.

¿Pero qué son las anteriores líneas?¿Quién las habrá escrito?.

Serán de algún marxista, de algún cura sudamericano que siga la teología de la liberación, de un excéntrico, de un asocial....

Las habrá escrito alguien que quiera vengarse de las preferentes de las Cajas de Ahorros, o de las plataformas de afectados por la hipoteca....

PUES NO. Son extractos muy ligeramente modificados para adaptarlos un poco a la situación y terminología actual, pero escritos hace nada menos que 500 años. Corresponden a Tomás Moro, un soñador de su tiempo , teólogo, político, humanista y escritor inglés, que al mismo tiempo actuaba y que por esas razones fue condenado a la hoguera por el mandamás de aquellos sus tiempos.

¡Qué poco ha cambiado el panorama!