jueves, 30 de julio de 2009

"Han metío masiá carga al coche".

¿Qué tal un viaje a Almazán en el "Autobús a la Demanda" del martes?.

Pocos hemos utilizado alguna vez este económico servicio, porque los usuarios suelen ser personas de nuestros pueblos que repiten el viaje casi cada semana, y el autobús es bastante pequeño.

Pero no hace falta más que pedirlo por teléfono, utilizarlo y contarlo. Las anécdotas de cada viaje seguro que son diferentes, pero para muestra basta este botón.

A las 9:20 de la mañana salimos de Baraona tres pasajeros. Nadie lo ha pedido desde Alpanseque o Marazovel, y por lo tanto no ha debido pasar por esos pueblos. En Pinilla se añaden cuatro personas, y una de ellas cree recordar el nombre de la conductora, llamándola Ana; pero casi inmediatamente rectifica: Mónica. Ana era la otra conductora que venía hace unos meses. El caso es que Mónica fue atenta, servicial y buena conductora todo el recorrido, y por lo que se comentaba, la otra compañera o compañeros eran también muy estimados entre los habituales.

En Jodra era de esperar poco movimiento, pero una vez pasada la fuente para el ganado que hay a la izquierda me sorprende ver bastante actividad: con maquinaria agrícola, en el taller, por la calle... y suben al autobús otras dos personas. Instintivamente me fijo en lo que por deformación profesional me interesa: veo una antena para internet en una casa y otra parabólica para la televisión. Los hilos de cobre que traían el antiguo teléfono público están rotos y la mitad robados, pues se usan los TRAC. La línea de postes debiera haber sido desmontada en lugar de dejarla inútil. También observo, entre los aerogeneradores, el repetidor de la tele que les pusieron cuando se quejaron.

A las 9:55 recogemos otras tres mujeres en Villasayas, una de ellas presume de mayor, aunque la contradice su apariencia de juventud con la ayuda de unas grandes gafas oscuras, y seguimos por la calle Cantarranas (según indica mi Tomtom) camino de Fuentegelmes, donde en la plaza del juego de pelota, dando la vuelta a la ermita, recogemos a dos hombres. Típicos paisanos con su boina y su caracter de bonhomía, que al poco rato empiezan a comentar con los de Pinilla acerca de sus conocidos y también de los seguros agrarios, pues las fincas que atravesamos han dejado unos surcos sin cosechar a la espera de los peritos de los seguros, por la insuficiente cosecha que la sequía ha propiciado en esta campaña agrícola.

Luego me entero que uno de los "chaparros" (de Fuentegelmes) era nacido "gallarón" (de Pinilla) y de ahí la familiaridad entre ellos.

Otro hombre se presenta en la parada del autobús en Fuentegelmes, para informar a la conductora que la pasajera que reservó plaza ayer ya no viene porque debía ir al médico y ha salido media hora antes en coche particular. El hombre dice y reitera que viene a pagar el euro de la plaza reservada y que ahora no se ocupará, lo que Mónica, la conductora, rechaza. Es lo correcto, pero el hombre se retira pensando que lo importante es cuidar todos los detalles porque este servicio de autobús es algo que no quisieran que desaparezca: es el único "lujo" de servicio público que se ha dado a estos pueblos.

A las 10:12 estamos ya de vuelta por Villasayas, en el "stop" de la carretera. Un repecho que hace calarse al motor del autobús cuando intenta incorporarse a la carretera 101 camino de Almazán. Alguien comentó que "se ha metío masiá carga al coche". Al llegar a Lodares vuelta a carretera estrecha que entra al pueblo con otros 3 km de entrada y tres de salida. En el recorrido unas hacinas de paja de años pasados y una nave de ganado muy industrializada que me parece de cerdos. A las 10:20 incorporamos a los dos viajeros de Lodares, y a las 10:40 llegamos a Almazán.

Me llama la atención durante el viaje la soledad de estos campos. Creo recordar que hace unos cuantos años hubiéramos visto ovejas, mulas, aves diversas. Ahora apenas algún pájaro. Lo que se ve por derecha e izquierda son los campos de cereal que a mí me parecen como cabezas a medio esquilar, estilo "punki". El rastrojo bajo, pero la hilera de cereal de unos tres metros de anchura, sin cosechar, en todo el cogote de la parcela.

A las tres horas de la llegada a Almazán es la hora de la vuelta. Me imaginaba que sería el mismo viaje al revés, y así es en cierta manera, pero muy distinto. Quienes iban con alguna bolsa vacía vuelven ahora con carros de compra, paquetes, bolsas del carnicero, pero sobre todo frutas y productos del mercadillo adnamantino del martes. El portaequipajes del autobús se llenó con tres carritos de la compra abarrotados, y el resto de las viandas debe colocarse en asientos, pasillos, portaequipajes y sobre las propias piernas de los viajeros. Encima se añadió otro pasajero con varios paquetes de cartón, que por suerte pidió bajarse en Cobertelada y así nos dejó un hueco para respirar.

Quienes no nos eran conocidos a la ida, ya lo eran a la vuelta, pues al menos quienes montamos los primeros sabíamos de qué pueblo era cada uno, y qué talante de conversador tenía. No faltó palique, incluso ya al llegar a Baraona alguien comentó que menos mal que ya se había quedado un poco de silencio. Sin querer, me enteré de algúna vivencia del hijo de la Hermenegilda, que se había metido de basurero en Soria; y del Celso, que se había muerto, y que el desconocido de quien se hablaba había tenido también otro hijo en Zaragoza que fue maestro.

El Sr. Eugenio, de Jodra, hombre amable y alegre sobre quien se nota el peso de muchas vivencias y muchos años, comentando la ventaja de disponer de transporte, cuando antes salir a Villasayas para ir a Almazán o Madrid eran horas andando, tuvo la ocurrencia de contarme un chascarrillo: "Cuando me tuvo mi madre, me parió en la carretera; y cuando me recogieron, tenía el carnet de primera".

Seis horas en total: tres horas de viaje y tres de estancia en Almazán. Eso es lo que da el viaje de los martes, pero me han contado que los miércoles puede ser más rápido, pues si no llama nadie de algún pueblo, no hay que pasar por él.

900 20 40 20 (llamada gratuita), más información aquí . Buscar Transporte a la Demanda.

martes, 28 de julio de 2009

Parajes del Noroeste, en los Altos de Baraona.



Allí donde confluyen los términos municipales de Fuentegelmes, Bordecorex, Baraona, Rello y cerca también de Marazovel tenemos los parajes más lejanos del núcleo habitado de Baraona: El Caballo, La Torre, la Majadilla Verde, los Pellejeros... Ascienden sobre la cota de los 1.100 metros, aunque a Don José Ortega y Gasset le pareció una llanada de las más altas de España, "donde habitan la oveja y el cardo, últimos habitantes de lo inhabitable". Ahora son solitarios parajes donde en tiempos no tan antiguos pastaban los ganados en invierno y en verano, donde había tainas para alojarlos por la noche o por el día (según la estación), las cuales han devenido en ser solo ruinas. Hay como islas de campos sembrados de cereales y escasa producción por lo pedregoso del terreno, pero la forma más común es la de campos liegos, llenos de plantas espinosas y aromáticas que suelen aprovechan algunas colmenas, sobre todo en estas fechas veraniegas, pasando el tiempo a la espera de las lluvias que hagan crecer setas en el otoño, mientras llegan los fríos vientos invernales.




Los refugios y abrigos que construían poco a poco los pastores mientras vigilaban su rebaño son ahora un lugar donde crecen algunas zarzas. Podemos imaginarnos que todos ellos están sembrados con el sudor de los abuelos que nos precedieron, y de los abuelos de nuestros abuelos. Todo este campo es nuestro, porque aunque algunos pueden tener propietarios, o ser propiedad común, nunca había habido en ellos paredes sin portillos, o alambradas y es todavía posible pasar andando libremente por ellos cuando no están con la cosecha. Digo andando porque nos falta el animal más adecuado en estas tierras: el macho o la mula de carga, cuya ausencia han dejado a los campos más faltos de vida que incluso la de la propia figura humana, tanto por el propio tamaño de las bestias como por el esfuerzo y trabajo que desarrollaron durante centenares de años.



¿Cuál es su futuro?¿Seguirán abandonados desde que los "salvadores de la Patria" de mediados del Siglo XX decidieron que aquí sobraba la vida humana, que debía trasladarse a llenar las fábricas catalanas, a las construcciones madrileñas o a transportar mercancías en empresas vascas?.¿Seguirán desapareciendo, precisamente por la ausencia humana, los animales y las plantas de estas tierras?. La respuesta es sí mientras sigan aplicándose leyes inútiles redactadas por leguleyos ajenos e inconscientes: no cortar una aliaga, no limpiar los montes y las charcas mientras no lo autorice un encorbatado oficinista, no ofrecer ayuda a quien reconstruya las tainas en modo tradicional, dejar el suelo sin los excrementos o cadáveres de animales, etc.




No sé si hay reversibilidad, y volverán a dejar crecer finas hierbas y mielgas en lugar de subvencionar la roturación de las tierras liegas para llenarlas de abono químico y producir cebada. Creo que una vuelta a la gran calidad ganadera de estas tierras les auguraría un mejor futuro. Puede ser que yo esté equivocado, pero no tengo derecho a callarme, al mismo tiempo que invito a los demás a ejercer su derecho a opinar.

Son imágenes captadas una mañana temprano de finales de julio 2009 en estos parajes.