
Allí
donde confluyen los términos municipales de Fuentegelmes, Bordecorex,
Baraona, Rello y cerca también de Marazovel tenemos los parajes más
lejanos del núcleo habitado de Baraona: El Caballo, La Torre, la
Majadilla Verde, los Pellejeros... Ascienden sobre la cota de los 1.100
metros, aunque a Don José Ortega y Gasset le pareció una llanada de las
más altas de España, "donde habitan la oveja y el cardo, últimos
habitantes de lo inhabitable". Ahora son solitarios parajes donde en
tiempos no tan antiguos pastaban los ganados en invierno y en verano,
donde había tainas para alojarlos por la noche o por el día (según la
estación), las cuales han devenido en ser solo ruinas. Hay como islas de
campos sembrados de cereales y escasa producción por lo pedregoso del
terreno, pero la forma más común es la de campos liegos, llenos de
plantas espinosas y aromáticas que suelen aprovechan algunas colmenas,
sobre todo en estas fechas veraniegas, pasando el tiempo a la espera de
las lluvias que hagan crecer setas en el otoño, mientras llegan los
fríos vientos invernales.

Los refugios y abrigos que construían poco a poco los pastores mientras vigilaban su rebaño son ahora un lugar donde crecen algunas zarzas. Podemos imaginarnos que todos ellos están sembrados con el sudor de los abuelos que nos precedieron, y de los abuelos de nuestros abuelos. Todo este campo es nuestro, porque aunque algunos pueden tener propietarios, o ser propiedad común, nunca había habido en ellos paredes sin portillos, o alambradas y es todavía posible pasar andando libremente por ellos cuando no están con la cosecha. Digo andando porque nos falta el animal más adecuado en estas tierras: el macho o la mula de carga, cuya ausencia han dejado a los campos más faltos de vida que incluso la de la propia figura humana, tanto por el propio tamaño de las bestias como por el esfuerzo y trabajo que desarrollaron durante centenares de años.

¿Cuál es su futuro?¿Seguirán abandonados desde que los "salvadores de la Patria" de mediados del Siglo XX decidieron que aquí sobraba la vida humana, que debía trasladarse a llenar las fábricas catalanas, a las construcciones madrileñas o a transportar mercancías en empresas vascas?.¿Seguirán desapareciendo, precisamente por la ausencia humana, los animales y las plantas de estas tierras?. La respuesta es sí mientras sigan aplicándose leyes inútiles redactadas por leguleyos ajenos e inconscientes: no cortar una aliaga, no limpiar los montes y las charcas mientras no lo autorice un encorbatado oficinista, no ofrecer ayuda a quien reconstruya las tainas en modo tradicional, dejar el suelo sin los excrementos o cadáveres de animales, etc.

No sé si hay reversibilidad, y volverán a dejar crecer finas hierbas y mielgas en lugar de subvencionar la roturación de las tierras liegas para llenarlas de abono químico y producir cebada. Creo que una vuelta a la gran calidad ganadera de estas tierras les auguraría un mejor futuro. Puede ser que yo esté equivocado, pero no tengo derecho a callarme, al mismo tiempo que invito a los demás a ejercer su derecho a opinar.
Son imágenes captadas una mañana temprano de finales de julio 2009 en estos parajes.
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