sábado, 29 de enero de 2011

Rebelión contra las insensateces.

Lo que nos suena a insensato se debe a la ignorancia del que escribe, pero a veces también a la mala fe.  Contra lo primero, comprensión; contra lo segundo respuesta firme y adecuada. Lo que se llama "políticamente incorrecto" es a veces donde se encuentra la sensatez y la verdad. El progreso suele venir de las revoluciones, de quienes estallan contra el poder opresor que se protege con mentiras y se mantiene con propaganda.

En estos días pienso que después de Túnez y de Egipto, no estaría mal si por estas "españas" también se echaran algunos las barbas a remojar. El insulto a la generación joven en particular, es patente. He aquí una frase leida hoy en "El Mundo" en espera de la visita de la Merkel alemana, bajo el titulo: "Ingenieros y arquitectos españoles esperan la oferta de Alemania para emigrar": "Esto no es una fuga de cerebros, ni una emigración masiva, es una dinámica natural del mundo a la que España tenía que llegar, y ¡ya era hora! Es muy positivo", asegura una coordinadora del programa de movilidad de Adecco, empresa global especializada en Recursos Humanos.

Sería positivo si aquí tuviéramos la misma industria y puestos de trabajo para que el número de jóvenes que emigran fuera similar al de jóvenes extranjeros que vinieran a nuestras empresas, y luego regresaran. Decir esta estupidez es hacer propaganda de un nefasto gobierno, cuya peor herencia, a distancia de las demás, es haber obligado a nuestros mejores jóvenes a tener que emigrar al extranjero, yéndose echando pestes de la explotación y el engaño que han sufrido aquí como "becarios", como trabajadores con salario ínfimo y sin derechos, o para obtener una vivienda, en manos de empresarios sin escrúpulos y de banqueros que se apoyan mutuamente en parte importante de la clase política, todos ellos hijos y sucesores de lo más retrógrado de la España negra de siglos pasados.

Dos editoriales de El País recogen claramente los engaños de esta estructura bancario-políticos, atentando contra los más claros preceptos constitucionales, que algunos juraron acatar:

La esclavitud en la vivienda y Los engaños en la publicidad

Reproduzco ahora algo que podríais leer en comentarios de internet del pueblo de Deza, de un sorprendente nivel de sensatez:

una tendencia muy extendida entre la progresía actual -no confundir con la izquierda seria que, por cierto, no sé por dónde anda- el demonizar todo lo que el franquismo contaminó o exageró. Si hace falta hasta los pantanos. Y los que no tragamos ni antes la dictadura aquella ni ahora cualquiera otra, aunque sea la dictadura de lo políticamente correcto, tenemos el defecto de opinar desde la independencia de critero, por tanto no partidista, equivocados o no. Es cierto que el franquismo mitificó -o más bien los utilizó a su manera- la Reconquista, el Cid, Isabel la Católica, el Descubrimiento de América, el Imperio, los Austrias, la propia Iglesia que lo apoyaba... y hasta algo tan cercano a nosotros como la gesta numantina. Finiquitada la dictadura y ya anclados en esta democracia, lo que hubiese procedido, a mi entender, es asumir nuestro pasado histórico, nuestra verdadera memoria histórica, término tan actual, sin fobias ni complejos, con sus luces y sombras y con el suficiente rigor que pueda darse en algo tan resbaladizo como son los hechos históricos. Pero no; aquí quieren que reneguemos de todo pasado que no se conforme a los cuatro caciquillos locales que, esos sí, hacen exaltación de sus mitos (mitos, mitos) locales, conformando la historia a sus intereses. Por cierto, aquel nacionalismo de la unicidad y la uniformidad me recuerda mucho a estos nacionalismos locales que todos conocemos. Son bastante simétricos. Y, paradójicamente, sentirse español hoy es lo "carca" y nacionalista "lo progre". Vivir para ver. ("Manuel de Soria"; Deza)