Propósito
La Cultura. puede definirse como "el conjunto de saberes y habilidades que permiten a una persona o a un grupo social desenvolverse en su entorno". Por lo tanto, hay cultura personal y cultura de grupo.
La persona y su cultura.
La
persona es un ente social, como la mayor parte de los seres vivos. Su
supervivencia y desarrollo están unidos a los del grupo al
cual se incorpora. Es por tanto una necesidad estar unido al grupo,
tanto cumpliendo sus reglas como siendo defensor del mismo.
Las
personas marginadas que viven por la calle, en su mayoría lo están por desarraigo familiar y
social: no tienen el cobijo del primer grupo humano que es su familia.
Por
tanto, todo ataque externo o interno a la institución familiar, a la
estructura social en que uno vive, a la municipalidad, a la nación, etc
son ataques que tienden a dejar indefensos a los individuos que la
constituyen. Curiosamente todos los ataques se hacen apelando a la
libertad individual, o a presuntos derechos del individuo; pero no hay
que esperar mucho tiempo para ver que cuando esas instituciones se
desmoronan, es la libertad del individuo la que desaparece.
La "cultura personal" serán los saberes para la supervivencia propia y los conocimientos de cómo funcionan los grupos sociales a los que cada persona pertenece. El problema que surge en un mundo tan abierto y global como el actual es que cada persona pertenece a la vez a muchos grupos, y se ve sometida a presiones a veces contrapuestas.
Cultura de grupo.
La riqueza cultural de una persona puede servir tanto para ayudarse a sí mismo sirviendo al grupo, como para actuar en contra del grupo; para aprovecharse de sus beneficios o para destruirlo.
En
este momento histórico vemos como todas las instituciones en que nos
movemos han sido vapuleadas por dentro y por fuera, de tal forma que los
individuos como tales nos sentimos desprotegidos. Familia se llama a
cualquier forma de unión, aunque no tenga viso alguno de continuidad en
el tiempo, no haya contrato formal ni tenga "utilidad" social. Las diversas estructuras sociales que venían funcionando con
reglas casi sagradas se han pervertido, después de haberse corrompido
la estructura judicial que castigaba a cualquiera que las utilizara en
beneficio propio, anteponiéndolo al de la sociedad a la que servía. La
nación se ve anulada en sus símbolos (pitadas en campos de fútbol a los
himnos, a banderas, a cualquier elemento identificativo). La monarquía,
la iglesia... todo está bajo sospecha y en entredicho.
Imagen de elconfidencial.com |
Ante
el desasosiego e indefensión que produce este estado de cosas entre las personas que
formamos estas sociedades solo cabe buscar nuevas fórmulas de
convivencia. Si fallan las instituciones ecclesiásticas, florecerán las
sectas y los telepredicadores; si falla la nación, crecerán los separatismos; si se corrompe la democracia, florece el totalitarismo; si no hay
autoridad y justicia, pasan a tomar su lugar las bandas de delincuencia.
Si
en algún tipo de estructura social, como puede ser nuestra localidad,
nos empezamos a sentir desprotegidos, sin autoridad visible y sin reglas
claras, y además sin lazos de unión entre las personas más allá de los
puramente de proximidad, hay dos alternativas: buscar otras fórmulas de
hacer grupo, o simplemente desaparecer.
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Basado en capítulos del libro "Culture et Conflit", donado por la Alliance Française en Bruselas.
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