El Ministerio de Sanidad ofrece las cifras oficiales
del número de abortos registrados en España el año dos mil diecisiete: 94.123 Hay
cifras similares en los años anteriores, aunque la tendencia es
descendente, sobre todo en las mujeres de menor edad.
94.123 mujeres, solas o con la ayuda o presión de sus compañeros,
creyeron solucionar así el supuesto problema personal que les supondría
tener un hijo, seguramente por el ambiente reinante, por presiones o por
la casi nula ayuda social a su supervivencia.
Cada año en España un número de niños concebidos mayor que el número de habitantes de la provincia de Soria,
dan con su carne y huesos en los desechos de quirófano antes de nacer, en un tiempo en
que la prevención de un embarazo tiene medios para evitarlo; el más
acertado de ellos sería conocer el propio cuerpo y no jugar con la vida.
Si relativizamos el problema, en el mismo año unas 56 mujeres
fallecieron por violencia de sus parejas o exparejas, quienes también
pensarían que así solucionaban "su" problema. En este caso millones de
euros se dedican, supuestamente, al amparo a las víctimas. Una
diferencia: estamos en Europa entre las naciones con el menor número de
niños nacidos por mujer y también entre los números más bajos de muertes
por violencia de género o familiar.
En Soria ya sabemos que somos casi los últimos ejemplares que quedamos de los nacidos en esta provincia.
Solo nos falta la eutanasia, primero libre y después ya veremos, tal vez
inducida o tal vez obligatoria, depende del negocio que las clínicas
saquen de ello. Ya no nos hacen falta invasiones o guerras que diezmen
nuestra población a cuchillo o fusil como en épocas pasadas, nos
bastamos nosotros solos para desaparecer del mapa. Claro que cuando los
poderosos juzguen que no tienen bastante mano de obra para mantener sus
dominios, o llaman a inmigrantes (como está ahora sucediendo) o darán
premios a las familias más prolíficas. Parecemos un rebaño más obediente
y manejable que las ovejas.
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