domingo, 15 de abril de 2012

Movimiento contra la despoblación en la comarca de Molina.


(Fotos tomadas de la web del Tiempo)


El vecino Señorío de Molina tiene grandes afinidades geográficas, económicas y humanas con la provincia de Soria. 

Son tierras altas, la mayor parte del territorio sobrepasa la cota de los mil metros sobre el nivel del mar; con sierras y pinares, con zonas agrarias de cultivo y con paisajes naturales propios de las cercanías del nacimiento de los grandes ríos peninsulares: el Duero y el Tajo. 

Tanto la provincia de Soria como el Señorío son rayanos con Aragón, y por ello castellanos con fuertes relaciones con las gentes aragonesas. 

A los dos territorios, y también a las comarcas vecinas de Aragón, nos unifica la plaga que nos cayó en el pasado Siglo XX: la despoblación humana de nuestras tierras, incapaces de retomar por sí solas la ola de industrialización porque los poderes centrales olvidaron hacer por estas tierras planes, polos de desarrollo y ejes de comunicación, conducta continuada en la España descentralizada y autonómica. A consecuencia de lo anterior, la importancia electoral de territorios con poca población es despreciable.  (España: más de 90; provincia de Soria: 9,2 ; Señorío de Molina: 3,15 habitantes por km2)
Pinares sorianos, cerca de la Laguna Negra

Pinares de Orea (Guadalajara)
Otro aspecto común entre Soria y Molina sería que sienten ser el último rincón del que se ocupan los poderes autonómicos, radicados en Valladolid y Toledo respectivamente

Como curiosidad, entre los títulos de los reyes de España desde el tiempo de la Reina Isabel de Castilla, figura el de “Señor de Vizcaya y de Molina” , es decir que ambas demarcaciones, de parecida superficie, tenían históricamente el mismo rango. Quizá incluso en aquellos tiempos similar población y poder económico. La diferencia hoy es abismal.

Las estadísticas, si no son acompañadas de explicación, pueden falsear la información: leemos que Guadalajara es una de las provincias con mayor crecimiento, que es sede de mucha industria, de empresas de servicios y en general de economía pujante.  Pero eso es una cara de Guadalajara, la que forma parte del Corredor del Henares, es decir de Torija hacia abajo. La otra cara completamente distinta es la que muestran la comarca de la Sierra (lindante con todo el Sur soriano) y el Señorío de Molina, donde los pueblos languidecen con la elevada edad de la mayor parte de sus habitantes, y con perspectivas nulas por ahora para su regeneración. De ahí la diferencia entre una cara y otra cara de la misma demarcación provincial. Por ello, cuando ha surgido un movimiento ciudadano de carácter reivindicativo y que busca soluciones para una sociedad que vive en ese territorio, ha convenido en llamarle “la otra Guadalajara”, lo que realmente quiere significar es “la otra cara” de la misma provincia.

España es lo bastante grande para que estos no sean los únicos territorios donde ocurren condiciones parecidas: las provincias de Cuenca, Soria, Guadalajara, Teruel, Huesca y Zamora “gozan” de la tranquilidad de tener menos de 20 habitantes por km2. Pero al igual que en ellas hay comarcas que tienen una densidad de población mucho mayor,  hay otras que presentan idéntico declive, aunque la estadística provincial lo oculte.

Estas tierras, que tienen alma, percibirán que son ante todo generosas: han dado a las tierras periféricas y de las grandes ciudades no solo a los hombres y mujeres que aquí nacieron, sino que siguen alimentándolas también con oxígeno, energía y agua. A cambio apenas reciben partidas presupuestarias para necesidades primordiales, sino como las deciden en la lejana capital de la correspondiente autonomía regional, a veces más lejana en espíritu que en la propia distancia geográfica.

Teruel tuvo su movimiento reivindicativo “Teruel Existe”;  Soria tiene a “Soria Ya”   y las parameras de Molina se mueven con “La Otra Guadalajara”
Castillejo de la Sierra (Soria)
La Yunta (Guadalajara)

Las siguientes son opiniones o informaciones recogidas en la Casa de Guadalajara en Madrid, donde en el mes de abril los representantes de “La otra Guadalajara” expusieron sus motivaciones y logros, así como las diferencias de funcionamiento con las organizaciones de las provincias vecinas. 

Tanto en Teruel como en Soria las organizaciones ciudadanas tienen su sede en la capital, por lo tanto se centran más en problemas capitalinos, en sus carencias de vías de comunicación con otras capitales,  incluso temen la problemática que puede surgir si los funcionarios de la capital se han de trasladar a otros lugares porque (no sería muy de extrañar) que estas capitales de provincia desaparezcan como tales.

 En cambio “La otra Guadalajara” no contempla esa problemática de la misma forma, pues aunque el lugar de reuniones es Molina, como centro de la comarca, sus portavoces suelen habitar en localidades muy pequeñas y periféricas (en concreto los representantes que acudieron a Madrid viven en un pueblo a 41 km de Molina de Aragón y a 182 km de la capital de provincia). Ello les ha librado hasta ahora de la “politización” de sus más punteros representantes o portavoces, pues suelen éstos ser atraídos por los partidos políticos al moverse en la capital y en ese momento pasan a formar parte de la disciplina de partido, que los aleja en cierta manera de ser genuinos representantes populares.

La actividad de “la otra Guadalajara” se centra en exigir a los poderes provinciales y autonómicos las condiciones que permitan aumentar la población, y que los servicios públicos para sus habitantes los tengan en la misma comarca, como la atención sanitaria y sedes para las gestiones administrativas, debido a la gran lejanía de la capital de provincia.

En estos momentos están presionando para que no se abandone la promesa hecha de un Parador en Molina de Aragón, porque creen que esto serviría para crear puestos de trabajo y para la presencia de más personas en la comarca. Tienen el ejemplo de la cercana Sigüenza.  La conversión en autovía entre Alcolea del Pinar–Monreal, como unión de las capitales Madrid –Guadalajara –Teruel también entra entre las promesas todavía no cumplidas.

Exigen autonomía municipal y ser partícipes de la decisión de dónde van a destinarse las ayudas, que no son pocas, que vienen de la administración provincial, de la autonómica y de la Unión Europea. Están un poco hartos de que el dinero venga ya destinado para rehacer las casas consistoriales, las calles o el alumbrado, que ya están suficientemente cubiertos y arreglados. Según ellos, de seguir viniendo fondos para estas supuestas necesidades, los tendrían que utilizar en poner alfombras por las calles.

Pero eso no remedia la despoblación, sino que desean y exigen que se utilicen en salarios que cubran personal de multiservicios que son imprescindibles sobre todo en zonas de pinares, entre ellos la limpieza y vigilancia de los montes y del medio fluvial. (Recordemos que en esta zona se produjo el incendio de los pinares en 2005 que se llevó once vidas de retenes).  Para muchas localidades, el hecho de establecer dos o tres familias en el pueblo significaría doblar el número de habitantes actuales.

“La otra Guadalajara¨ está ya radicada en casi todos los pueblos, con más o menos actividad, y formada por personas que comprenden que luchar por su tierra y por la calidad de vida global es algo más que proteger sus intereses inmediatos. Por ello, la participación ciudadana en los eventos públicos que se organizan suele tener más entusiasta acogida en Molina de Aragón que en los pueblos pequeños, porque un agricultor no depende de que tenga más vecinos para que su economía subsista (a veces ocurrirá lo contrario), pero los comerciantes y profesionales de la “capital “ del Señorío sí que dependen económicamente de la existencia de población en la comarca.

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